miércoles, 29 de septiembre de 2010

Ryan Bingham "El profundo desierto"


Leyendo por esos mundos del Rock N´Roll comentarios al respecto del nuevo disco de Ryan Bingham, me ha llamado la atención los comentarios negativos que ha suscitado este Junky Star.
La verdad es que me sorprende bastante el que, gente que ha podido elevar a los altares obras anteriores de Bingham como el genial Radhouse Sun o el no menos fantástico Mescalito, denosten este nuevo disco ya que, a mi juicio, su disco posee las mismas características creativas que en sus obras anteriores. Tal vez, si, haya algo más de introspección, una mirada interior más profunda, incluso, se podría añadir, que ese desierto interior que algunas personas transitan al cabo de sus vida, sea, tal vez, más acusada. Es cierto que las canciones de este nuevo álbum están trabajadas con mucha sensibilidad y poesía. No en vano, la primera canción del disco lleva por titulo “The Poet” y, de alguna manera, apunta los horizontes a los que Bingham dirige esa mirada tan cargada de intensidad y conocimiento de las cosas de la vida que sorprende en un chaval de veintinueve años.
Para mi gusto este disco tiene una madurez interpretativa y creativa absoluta. Su posición, respecto del mundo del show business, resulta, a mi modo de ver, tan ajeno y alejado que, uno diría, que es la mirada de un músico del siglo XIX trasportado a este siglo neurótico y suicida.
Escuchando las canciones, se descubre a un Bingham rural, lleno de Blues y Country pero con unas letras profundas y llenas de detalles y pequeñas luces en una oscuridad que cubre cada nota, cada estrofa.
Salvando distancias evidentes, uno casi podría afirmar que este Junky Star es el Nebraska springstiniano de Ryan Bingham. Porque, imagino, que para un tío que pasó su adolescencia domando toros en el medio oeste norteamericano, el ganar un Oscar a tan temprana edad y con sólo cuatro discos, sin incluir este último y teniendo por cuarto su banda sonora de la película Crazy Heart, el cual no está completamente interpretado por él, supongo que tiene que ser duro asimilar tanto trajín, tanto “amigo” que surge espontáneamente de ningún lugar definido y tanta adulación.
El álbum tiene canciones que, perfectamente podrian haber sido interpretadas en 1910 como “Yesterday´s Blues” o “Hard Word Trail” a temas de evidente ascendencia americana como “Hallelujah”, “The Wandering” o “Depression” y otros, que son temazos intemporales como la magnifica “Direction of the Wind” o el blues rural y oscuro de “Strange Feelin´in the Air”.
¿Es un disco para cualquier momento? Evidentemente no. Las canciones cualquier canción, tienen su lugar en el mundo propio de la persona. No es para un Sábado noche, si, tal vez para la madrugada del derrotado, o el atardecer de aquella persona que ve claroscuros en cada mirada.
Desde el que suscribe es una obra intensa, profunda, madura y terriblemente adictiva. Déjale un hueco en tu corazón, probablemente, no te arrepientas.

Ryan Bingham - Direction Of The Wind

Ryan Bingham - Hallelujah


lunes, 27 de septiembre de 2010

Steve Forbert "Un camino de recuerdos"


La memoria es selectiva a la hora de elegir que emoción toma prestada del desván de los recuerdos que tanto bien o tanto mal nos puede hacer.
Reencontrarme con este disco de Steve Forbert en formato mp3 y volverme ha zambullir en sus notas musicales, en los caminos olvidados que para mí supuso la compra del vinilo, que aún conservo, y que me costó 795 pesetas, cuando el propio concepto de compra en aquella moneda parece que tuvo lugar hace siglos, supone un cúmulo de emociones contrapuestas, un sabor agridulce que, sin embargo, quiero seguir paladeando.
Cuando en 1991 Forbert editó el disco “The American In Me”, nadie hablaba del, ahora, más que sobreutilizado concepto del estilo Americana. Y, no obstante, Steve Forbert realizó un magnifico álbum que posee todas las tonalidades y esa paleta de colores tan característica de este estilo. Sonidos acústicos con un pie en la tradición musical norteamericana que hunde sus raíces en el Country y en el Blues. Unas gotas de genuino Rock n´Roll primigenio de ese que se canta con las tripas, sin pensar en mercados o charts y unas letras hechas de pura emoción y cariño hacia ese tipo que se muere de la misma manera que ha vivido, anónimo e ignorado.
¡Joder, hace diecinueve años que me compré el disco¡ y todavía me emociona escuchar “When the Sun Shines”, la magnifica “The American In Me”, ese Rock n´Roll tan Gene Vincent que es “Rock While I Can Rock” o el sentimiento que transpira la hermosa “New Working Day” tan sencilla, tan real, tan cercana.
Memorias, rastros de una vida agridulce. Emociones que uno conserva aunque a veces duelan. Momentos que se hacen más dulces con un trago de buena música.

Steve Forbert - New Working Day

Steve Forbert - Rock While I Can Rock


viernes, 24 de septiembre de 2010

Ivan "Boogaloo Joe" Jones "No sé por qué"


Otoño. Bajan las temperaturas y sin embargo no puedo dormir. Son las tres y diez de la madrugada, no sé por qué, pero tengo mucho calor, sudoroso me dirijo al frigorífico, una bocanada de aire frió impacta en mi cara, agua, coca-cola o cerveza son las tres opciones, elijo la verde, me siento en el sofá y enciendo la tonta, el mismo aburrimiento de siempre.
Estantería de discos, busco uno que me haga olvidar, no se porque mi cabeza dice que él lo hará, se llama Ivan Jones y le apodan “Boogaloo Joe”, dicen que toca Jazz/Acid Jazz no lo se, pero la portada es refrescante y sugerente, se titula “Dulce vuelta”, a la cama quizás, pienso.
Me enciendo un cigarrillo, rubio por supuesto, pincho el disco y exhalo la primera bocanada de humo. Suena “Confusión”, brillante ritmo y depurada técnica durante seis minutos y medio. Tres segundos de un corte a otro, tres segundos de un silencio estremecedor. Van cayendo las canciones, “Trouble In Mind”, “Sweetback”, “Have You Ever Been Mellow” y “Jamaica Farewell”, que irónico el se despide de la isla y a mi me gustaría ir, mientras apuro el último trago suena la última canción “You’ve Got It Bad Girl”.
No quiero que esto termine, pero un artilugio malvado me devuelve a la realidad, marca las cuatro de la mañana y faltan dos para la hora fatal.
No sé por qué, sigo teniendo calor, pero gracias Ivan, tú al menos me has hecho olvidar.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Matt Hill "Sudando Blues & Boogie"


Imagina tiempos oscuros. Largas colas de parados en cada ciudad en cada pueblo. Más de un millón de personas viviendo de las ayudas sociales. Un futuro desesperanzador, un mañana mísero, un hoy frío y pesado como un ataúd.
Aunque esto no implica que la gente se libere de sus miedos y desesperación con asuntos tan triviales como el deporte, o más excelsos, como la música.
El mundo racial, a pesar de los avances sociales, sigue dividido y la música de los blancos no es, ni por asomo, la de los negros. La curiosidad, el morbo o la pura necesidad de sentir esa otra manera de entender el ritmo de la otra parte, hace que muchos chicos blancos se lancen a devorar ese sonido tan salvaje, tan primitivo, tan ajeno del hombre negro.
¿Estamos en 1931, en 1947? No, amigos y amigas. El año es 2010 y la música diabólica que los chicos blancos acarician es una versión salvaje y cruda del más primitivo de los estilos musicales desarrollado por los negros, el Blues. Pero este Blues que realizan gente joven y rabiosa como los que nos ocupan, lleva un paso más allá el sonido retorciendo su crudeza y exagerando su intensidad y distorsión. Asimismo en un alarde de buen gusto y honestidad, son tremendamente respetuosos con la tradición y con todo ese panteón de grandísimos músicos de los años veinte, treinta y cuarenta del pasado siglo que crearon, a contracorriente, en un mundo asfixiante, ultraconservador y mojigato(y esto resulta intercambiable con la década que vivimos ahora mismo) un sonido libre, salvaje, forajido. Con canciones que incitan, y hablan de vivir los extremos del goce humano; borracheras gloriosas, sexo carnal, sudoroso, embriagante en sus olores y gemidos, caminos de tierra, horizontes imprecisos, vagabundeos y vidas vividas al día.
Tanto el magnifico cantante y guitarrista de Carolina del norte, Matt Hill, como, por ejemplo, los componentes de la incendiaria banda que atiende al nombre de The Jim Jones Revue, están cultivando un Blues, Boggie salvaje y desenfrenado. Al que casi se le podría bautizar, si se me permite el palabro de Hardcore Blues o Speed Boggie.
Y no es que aceleren y ya, es que toman la esencia real de aquella música desarrollada en garitos y prostíbulos, en casuchas de baile y alcohol clandestino hechas de madera y chapa donde se sudaba como se cantaba y se tocaba como se follaba.
Matt Hill comenzó tocando en la banda Buzzkillz donde ya se estaba desarrollando el gen que ha dado paso a este grandísimo disco titulado “In The Floor” en el cual el músico pone toda su vida en cada canción. Rindiendo, asimismo, homenaje a todos los grandes que le han inspirado en su desarrollo musical. Así ves claramente las negras sombras de Howlin´Wolf, del primer Muddy Waters, del mismísimo Robert Johnson del gran Elmore James, de Lightnin´Hopkins y tambien de Jerry Lee lewis, de Carl Perkins, de Link Wray y muchos muchos más que enriquecen con su esencia un álbum que tenéis que saborear al máximo volumen con la intención de sudar de mirar más allá al horizonte o, tal vez, de ignorarlo.
Esta música incita a hacer lo que el chaval de Carolina hace cada vez que se sube a un escenario, transformándolo en un poseso del Rithmyn And Blues que se convulsiona, interpreta y sacude a cada nota terminando entre la audiencia tocando salvajemente la guitarra o arrastrándose por los suelos del escenario o entre el público con la mirada desencajada y la expresión lunática del que está más allá de la lucidez. El tío es todo un espectáculo y de igual modo cuida su interpretación escénica como la musical. Porque si algo tiene este disco, es canciones, grandisimas canciones que van desde el sonido rural y crudo de “Stolen Bride” y “Poor Circle” a los Boogies incendiarios de “Griddle Bread Boogie” o “Gasoline” y los Blues intensos y clásicos del estilo de “I´m Gonna Hit That Highway” y “Children (That Ain´t Mine)”.
Un bálsamo para estos tiempos de depresión y futuros inciertos, tan patéticamente parecidos a las primeras décadas del siglo XX.
Y es que tenia razón Mark Twain, la historia no se repite, pero se copia miserablemente.
Suerte que los chavales como Matt Hill aúllan en la noche y ésta, nos puede parecer menos oscura.

Matt Hill - Gasoline

Matt Hill - Why The Fuck (Do You Think I Cuss)


lunes, 20 de septiembre de 2010

Shurman "Esperando una segunda oportunidad"


El maravilloso cuarteto de Austin-Texas, Shurman, vuelven a lanzar al mercado la reedición de lo que fue su segundo álbum editado en el 2008, “Waiting For The Sunset”, el cual me dio la impresión que paso bastante desapercibido para la comunidad rockera y del que ya hablamos por aquí, allá por los inicios de este humilde y por aquel entonces bisoño blog.
Para la ocasión, una nueva portada algo mas explicita que la anterior, una nueva canción titulada “Is It True”, la cual añaden a sus ya once magnificas canciones que componían el disco en su primera edición y un nuevo titulo, “Still Waiting For The Sunset”.
Liderados por el cantante y compositor Aaron Beavers nos ofrecen un sobresaliente ejercicio de Rock, Soul y Americana con incursiones al Southern-Rock.
Y como ya os comentamos en el anterior post sobre esta banda, si el guitarrista y mano derecha en los Heartbreakers de Tom Petty, el gran Mike Campbell, en declaraciones a una famosa revista de tirada mundial, te los recomienda diciendo de ellos, que son una de las bandas que mas le han gustado en estos últimos tiempos, a mi eso me suena, a música celestial y a un aviso para no dejar pasar esta segunda oportunidad de conocer como de bien, lo hacen Aaron Beavers y sus chicos de Shurman.

Shurman - Is It True

Shurman - Small Town Tragedy

Shurman - Here's To Rock'n Roll


viernes, 17 de septiembre de 2010

Shy Blakeman "Huellas en el desierto"


A veces uno cree ver un personaje y, por lo alejado de la forma de vida del que suscribe y de quien se escribe, y por la agónica repetición de clichés con que los U.S. A. nos inunda, olvido que, en realidad existen tipos que viven de verdad así. Que son outlaws, que funcionan de una manera única. Que beben whiskey hecho con agua de pantano. Que patean los desiertos y duermen arrullados por los aullidos de los coyotes. Que van de Honkey Tonk en Honkey Tonk cantando para paletos, miserables, perdedores y rebeldes como él porqué eso y sólo eso, les hace sentir vivos.
Shy Blakeman tiene esa pose, esa actitud, tal vez(o seguramente) se tenga creído ese personaje-persona que es él y, a la vez, no lo es. Tampoco es que importe mucho. Al fin y al cabo, lo que interesa, es lo que hace cuando coge una guitarra y canta. Y, señores y señoras, el tipo lo hace de la hostia de bien.
Outlaw Country, Country-Rock, algo de Soul y Funk. Sonidos Zydeco y Cajun…el bueno de Blakeman se maneja a la perfección en un potaje espeso de texturas en las que caben todos los buenos sabores de la más diversa procedencia.
Wyoming, Nashville, Los Angeles y Kilgore, en el este de Texas. Con esa mixtura de influencias musicales y una madre adicta a la música, el pequeño Shy desarrolló un gusto por el mestizaje musical que dio sus resultados en la carrera musical que ha venido desarrollando; primero con la Whiskey Fever Band y dos magníficos álbumes:”Downtow Women” de 2002 y “The Southern Roots Revival” de 2005 y ahora en solitario con este flamante y genial “Long Distance Man”. Disco para el cual ha contado con la producción y colaboración, sobre todo, de su buen amigo Ted Russell Kamp. Artista, a su vez, y más conocido por su pertenencia a los 357 de Shooter Jennings. Pero además de Kamp, el álbum cuenta con músicos de la talla de Marc Ford, Dough Pettibone, Kenny Vaughan o Gia Ciambotti. Los que andan algo puestos en la escena musical norteamericana contemporánea, habrán reconocido a varias “joyas” de la misma.
En la trayectoria musical de Blakeman, tanto con los Whiskey fever como en solitario, Lynyrd Skynyrd se dan la mano con Waylon Jennings y con Willie Dixon y con el lamento crudo y pantanoso más cajón que imagines. El piano eléctrico Wurlitzer se hermana con el Hammond B3 mientras flota en un mar de coros Gospel y el sonido sexual de las secciones de viento de la stax, seduce a una maquinaria de Rock n´Roll pura y efectiva.
“So many Honky Tonks”, “Swamp water whiskey”, “Old Folks Blues” de este ultimo disco o “Sweet southern woman”. “Going back to Texas”, la hipnótica versión de “Knockin´ On Heaven´s Door” o la genial “I´ll show you Texas” de sus discos anteriores, dan una pequeña muestra de lo que este pisa desiertos es capaz de hacer.
Cálate el Stinson y deja que la luna de sangre ilumine tus noches. Seguro que algún coyote guiará tus pasos hacia el amanecer.

Shy Blakeman - Long Distance Man

Shy Blakeman - So Many Honky Tonks


miércoles, 15 de septiembre de 2010

Triumph "Remasterizar, Remezclar o dejarlo estar"


Seguramente todos vosotros y vosotras seréis conocedores de los grandes escarnios que las nuevas tecnologías han hecho a la hora de publicar reediciones y remasterizaciones de algunos de los álbumes clásicos del rock’n roll, consiguiendo un apestoso y rancio sonido metálico, que mas bien parecían conversaciones interplanetarias de cualquier película de ciencia ficción de mediados de los 70s.
Pero hete aquí, que siempre nos podemos encontrar con el otro lado de la moneda, donde la tecnología mejora y mucho la producción original.
Triumph, la gran banda canadiense que llevaran en esto, la friolera de unos 35 cinco largos años, acaban de publicar un magnifico y esplendoroso “Greatest Hits”. Pero, no es un grandes éxitos cualquiera, tampoco una reedición ni recopilación al uso, ni tan siquiera una remasterización de sus mejores temas, no. Lo que nos encontramos aquí es una remezcla, repito, remezcla de 14 de sus mejores temas, echa por la propia banda.
Donde preguntados por ello, en el numero de agosto de la revista This Is Rock, contestaban así: “Después de haber comprado nuestro catalogo de la MCA, lo cual fue muy importante, teníamos algo que hacer con él. ¡Lo que fuera! Así que, empezamos a remezclar las canciones, sin tener muy claro si la cosa iba a funcionar. La verdad es que no esperábamos notar tanta diferencia en el resultado final. Las canciones han mejorado considerablemente, no solo en cuanto a la calidad del audio, sino en como se aprecian los detalles musicales.”
No podría estar mas de acuerdo con las palabras del gran Mike Levine, bajista del grupo. Volver a escuchar temas tan grandes como “Allied Forces”, “Lay It On The Line”, “I Live For The weekend”, “Spellbound”, o “Rock & Roll Machine” con esta nueva perspectiva que le han dado estas maravillosas remezclas , ha sido todo un orgasmo musical para mi. Seguro que no todos los fans de la banda estarán de acuerdo conmigo, pero ya sabemos que esto es simplemente cuestión de gustos.
En la misma entrevista Mike Levine comentaba que seria difícil que harían lo mismo con toda su discografía, más que nada por el montante económico y porque no sabían hasta que punto les haría gracia a los fans, repito, por mi parte si el resultado es como el de estas, encantado de la vida.
Y ante la pregunta de: ¿cual es la diferencia entre remasterizar, como hace todo el mundo y remezclar como estáis haciendo vosotros? La respuesta fue clara: “La diferencia son como unos 100.000 dólares” contestó Mike.
El único pero que se le puede poner a este disco, es el de siempre en estos casos, que aún siendo todas las que están, nunca estarán todas las que son. Pero como todo tiene remedio en esta vida….¡quizás una cajita de cuatro o cinco cds!…eh! querido Mike.
Por cierto, la edición especial cuenta con un DVD en sonido 5.1 y 11 videos, algunos de ellos inéditos.

Triumph - Lay It On The Line

Triumph - Fight The Good Fight



lunes, 13 de septiembre de 2010

Suzi Quatro "Miércoles en Soniclima"


La primera vez que vi esta portada de la gran Suzi Quatro me impactó. El hecho de ver a una chica vestida de cuero de los pies a la cabeza, no era una cosa muy habitual para la época y desde entonces se podría decir que sentí un flechazo total con la chica de Detroit.
Era el primer año de instituto, ya sabéis, profesores nuevos, materias nuevas y sobre todo compañeros nuevos. La mayoría de nosotros no somos conscientes de lo mucho que podemos influenciar con nuestros actos y costumbres a todos aquellos que nos rodean.¿ Por que digo esto?.
Pues por aquellos maravillosos y apretados corrillos que formábamos alrededor del amigo y nuevo compañero Alberto, cuándo este se traía a clase los vinilos de la colección de discos de su hermano mayor. Él se sentía el “rey del mambo”, no era para menos, y los demás le cosíamos a preguntas sobre aquellos “pelones” que aparecían en aquellas maravillosas portadas. Así, de esta manera tuve mi primer contacto con el “Made In Japan”, el “Surrealistic Pillow”, el “Weekend Warriors” o el “Jazz” de Queen, entre otros.
Pero claro, una cosa era verlos y otra muy distinta escucharlos, el poder adquisitivo de una familia obrera a finales de los 70s era el que era, y no en todas las casas había un giradiscos. Lo normal, era el típico radio-casette traído de estraperlo de la “ínclita” Andorra en uno de esos viajes que, bien hacías con la familia o encargabas a un amigo o vecino a sabiendas de su viaje a esa ciudad.
Pero, el amigo Alberto nos dio la solución perfecta: “Tenéis que subir a la tienda Soniclima, donde os dejaran escucharlos sin la necesidad de comprarlos”. Ahora bien, la susodicha tienda estaba como a unos cuatro o cinco kilómetros del Instituto y para más “Inri” en la mayoría de nuestras casas había “toques de queda” para estar o llegar a una hora determinada. Eran tiempos duros y salvajes, que dirían Los Ilegales mas tarde, palos, carreras y manifestaciones estaban a la orden del día, mucha policía y poca diversión que dirían después los Eskorbuto.
Pero enseguida nuestras pequeñas cabecitas maquinaron el plan perfecto. Consistía en hacer “borota, pellas, calva o novillos”, los miércoles a la tarde, durante las horas de pretecnología y religión, dos horas que considerábamos intrascendentes y que además a partir de ese momento, aquellos tres mocosos decidimos que nuestra religión iba a ser la del rock and roll.
El primer miércoles que tuvimos oportunidad, iniciamos una larga caminata a la tienda de discos con la emoción y la incertidumbre, de que seria lo que nos podríamos encontrar allí y de si realmente era cierto lo que nos había dicho el amigo Alberto. Llegamos como unos diez minutos antes de que abrieran, momentos que pasamos mirando a través de la cristalera para ver si divisábamos algo de lo que habíamos venido a buscar. Llego el dependiente, un tipo alto, moreno y un tanto desgarbado pero a su vez afable en su manera de tratarnos, y ni corto ni perezoso nos pregunto: “¿Qué hacéis aquí, no deberías estar en clase?”, si, le contestamos “Pero el profesor se ha puesto enfermo y nos han dado fiesta”. Con una mirada picara de complicidad nos espetó un: “Bueno, vale pero no me revolváis mucho las cubetas
Por fin entrábamos en lo que para nosotros era lo más parecido al paraíso terrenal, nos dirigimos hacia esas cubetas llenas de discos ávidos de información rockera. Yo concretamente, no se por que, me dirigí hacia la letra S, porque habrá que recordar que en aquella época los discos no se clasificaban en secciones de Rock, Heavy, Blues o Disco no, los discos simplemente se ordenaban de forma alfabética, independientemente del genero o estilo que practicasen.
Como os decía estaba registrando en la letra S donde me encontré con discos de Santana, Supertramp, Swett o Slade, cuando de repente apareció ella, vestida de cuero de arriba abajo, con esa pose rockera y su super bajo en primer plano.
Pero lo que es, la inocencia del no saber, me fijo que en la portada ponía “Quatro”, y como estábamos en la cubeta de la letra S, le digo al dependiente: “Oye, que me parece que este disco se os ha colado en la letra S ”. Al dependiente se le dibujo una sonrisa en la cara y me dijo; “No hombre no, ese es el titulo del disco y ella se llama Suzi Quatro”, y entonces le pregunte: “¿A que suena esto?”, y el me dijo: “Póntelo, escúchalo y tu mismo decides”, una buena frase que se me quedo grabada y que siempre se la repito al que me suele preguntar por algún artista determinado.
A continuación sin mas preámbulos le lleve el disco, él lo saco de la funda, yo cogí los cascos, accionó la palanca del “Start”, llegando a pasar, como cuatro o cinco segundos donde por las caras que ponía el dependiente y el cariño con el que había tratado el vinilo, se podía intuir que algo bueno iba a estallar en mis inocentes orejas.
Y así fue, el impacto fue brutal, escuche la cara “A” sin rechistar, solo movía la cabeza de un lado a otro, mientras las miradas con mis compañeros y el dependiente eran de gozoso asombro para los primeros y de agradecimientos para el segundo. Escuché prácticamente el disco entero y justo cuando estaba terminando una mano me golpeó en el hombro, para avisarme de la hora que era y a su vez que debíamos regresar a nuestras casas, no sin antes despedirnos del amable y paciente dependiente, dándole una y mil veces las gracias, hasta que nos soltó un lacónico: “Espero que volváis por aquí otra vez
Ni que decir tiene que la visita de los “miércoles en Soniclima” prácticamente se institucionalizó entre nosotros tres y que el disco “Quatro” fue uno de los primeros discos que compre con mis primeros ahorros, aún sin tener giradiscos en casa. Con el paso del tiempo y durante un par de años más o menos “Soniclima” fue nuestro templo musical y el dependiente, cuyo nombre no logro recordar, hay que joderse, en nuestro consejero en nuevas audiciones y nuevos descubrimientos “rockeros”.
En fin, espero no haberos aburrido mucho en lo que pretendía ser un pequeño homenaje a mis tres compinches Roberto, Luís y Jesús, al compañero Alberto, también al dependiente, cuyo nombre sigo sin poder recordar y por supuesto a mi gran y adorada Suzi Quatro.



viernes, 10 de septiembre de 2010

The Biters "Muérdeme hasta sangrar"


Es un placer, para este que suscribe, abrir sus orejas a un grupo de chavales que abanderan un contagioso deseo por hacer como meta la necesidad de tocar buen Rock n Roll teñido con cáustica lejía melódica de poderoso PowerPop.
The Biters(Ojo a la cachonda aliteración del nombre de la banda) nacen de las cenizas del grupo Poison Arrow, con la propuesta de tocar todo aquello que les ha apasionado desde siempre y así, reivindicar un estilo y una manera de entender la música. De este modo, toman los sonidos creados en el Reino Unido en los últimos sesenta y los setenta de bandas como Slade, T Rex, The Faces, The Sweet etc, y los pasan por el tamiz norteamericano de entender el Glam Rock y el Power Pop con los sonidos de unos Kiss, The Romantics, The Knack o los Ramones. De este puré de Rock n Roll y PowerPop surgen dos Eps. “The Biters”, con título homónimo. Sacado en Marzo de 2010; y “It´s ok To Like Biters” , de Julio de este mismo año.
La actitud de la banda de Atlanta es, afortunadamente, irreverente, de una alegría contagiosa y de una calidad musical encomiable. Sus intenciones van dirigidas a las canciones de dos, tres minutos máximo. Con contundencia en las guitarras, bajo y batería y en la manera de interpretar dichas canciones. A pesar de la indudable capacidad técnica del grupo, fijaros en el puñetero bajista, la banda se centra en arrasar tus sentidos con esa manera de interpretar las canciones que se dio en aquellos grupos norteamericanos de hace más de treinta años ya.
En The Biters no buscan la filigrana exquisita, ni la interpretación preciosista. Lo suyo es: One, Two, Three…y a por todo.
Y para este que suscribe, cuya juventud es un brillo lejano, y a veces inmisericorde, estas diez canciones de sus dos Eps, son un regalo de los dioses.

The Biters - So Cheap So Deadly

The Biters - Dreamer


miércoles, 8 de septiembre de 2010

The Dirty Guv'nahs "Sangre Fresca y Salvaje"


Un pedacito de Creedence Clearwater Revival, algo de los Allman Brothers, un poquito de Lynyrd Skynyrd, un trocito de Black Crowes y ya tienes un buen grupo de Rock n´Roll de temática sureña y guiños al Americana.
Pero…
Falta un ingrediente.
Porque en demasiadas ocasiones como para ser contadas, las discográficas han intentado emular al doctor Frankenstein creando monstruos que imitasen o tomasen “prestadas” estéticas, sonidos o estilos de bandas de éxito con resultados más que dudosos.
En el caso de la banda de Knoxville, Tennessee, lo que se reseña al inicio del texto es cierto. El grupo bebe de esa fuente inagotable de estímulo e influencias que son las grandes bandas mencionadas pero….pero tienen ese “algo” que hace que suenen a The Dirty Guv´nahs aunque se adivinen las texturas de las cuales sacan el patrón con el que tejen las maravillosas trece canciones que componen este “La juventud está en nuestra sangre”. Toda una declaración de principios y a la cual, modestamente, me adhiero.
Aunque en su disco anterior se adivinaban ya caminos que, en este nuevo trabajo, son ya un territorio extenso y magnifico; resulta reseñable el comprobar como una banda crece y madura de manera tan asombrosa. Las canciones que componen este álbum son de una riqueza extraordinarias. Temas donde las guitarras acústicas y eléctricas se enredan en una cuerda por la que trepan seguras las melodías de un piano un bajo y una batería a las que se aferra una maravillosa voz plena de alma y carisma. Añádele a esto la sabrosa aportación de una sección de viento que enriquece algunos de los temas del disco y tendrás temazos como “Baby we were be young”, “Walk with me”, “New salvation” o “It´s dangerous” y así hasta el final del disco y vuelta a empezar desde la primera canción. Y es que The Dirty Guv´nahs han hecho el disco del año. Y ya van unos cuantos con este calificativo, por cierto.
Hazme caso, escúchatelos.
Puro Rock n´Roll lleno de alma y convicción.
Y otro disco más en ese afortunado latiguillo que llevo repitiendo desde que se inició este 2010: El mejor disco del año…o uno de los mejores…eso seguro.

The Dirty Guv'Nahs - It's Dangerous

The Dirty Guv'Nahs - Blue Rose Stroll


lunes, 6 de septiembre de 2010

Robert Johnson "Me And The Devil"



Three Forks, agosto de 1938. En un local de baile de este pequeño pueblo, un individuo llamado Ralph camina hacia el escenario con una botella de whisky. En el escenario, compartiendo cartel, Robert Johnson a la guitarra y Sonny Boy Williamson a la armónica. Nadie quiere perderse el show, la fama de Johnson corre por el Delta como la pólvora. Ralph, dueño del local, le ofrece la botella a Robert y se marcha. Sonny recela, ya que conoce la fama de mujeriego de su compañero, y concretamente conoce los amoríos de Robert con la esposa del dueño del local. Parte del público también lo sabe, por lo que el ambiente es bastante tenso y las miradas amenazantes. En aquella época era lo normal, ser bluesman y andar por aquellos locales perdidos era un trabajo bastante complicado y peligroso, por la gente poco recomendable con quien se trataba, por la vida de vagabundo que se llevaba, por la reacción de un público envalentonado por el alcohol….

En una de las pausas de la actuación, Robert comienza a beber de la botella. Al percatarse de ello, Williamson le aparta la botella de los labios mientras le dice: “Nunca bebas de una botella abierta. No sabes lo que puede haber dentro”. Robert le contesta tajantemente acorde con su carácter y su afición al alcohol: “No vuelvas a quitarme una botella de whisky de las manos”. Poco más tarde Robert tiene que dejar de tocar al sentirse mal, sale a la calle, y se refugia, agónico, en casa de un amigo donde fallece unos días más tarde.

Lo cierto es que no se sabe al 100% las causas de la muerte. No hubo autopsia, no hubo doctor que certificara oficialmente el fallecimiento. Tras encontrarse una partida de defunción en la que constaba la anotación “No Doctor”, se empezó a especular con los motivos de la muerte, y se empezó a investigar el asunto entrevistando a los supervivientes de la época que estuvieron aquella fatídica noche en el local, por lo que la historia que contamos del envenenamiento es la “oficial”, por decirlo de alguna manera. Pero claro, estamos hablando de 1938, y después de tantos años el boca a boca desvirtúa muchas historias, aunque los testigos coinciden en lo básico. También se ha dicho que falleció de sífilis, que cometió suicidio, que fue fruto de magia negra por parte de un marido celoso (una constante que le persiguió durante su vida, los maridos celosos), la verdad no se supo hasta que muchos años después se descubre su certificado de defunción y los historiadores comienzan a atar cabos. Aunque insisto, no es fiable al 100%. Continúa la leyenda.
Con ayuda del tipo de los cuernos o no, antes de morir aún le dio tiempo para grabar, en dos sesiones, las 29 canciones que cambiaron el rumbo de la música y que marcaron un antes y un después en la historia del blues. Un legado imborrable para decenas de los más grandes grupos del siglo XX.
Robert Johnson, criado musicalmente en los locales de las plantaciones de algodón, fue el mayor genio que el blues del Delta ha dado nunca, nadie sabía nada de él cuando jovencísimo salió a buscarse la vida con su armónica (que más tarde y de forma muy oportuna cambió por una guitarra), cuando con 17 años, siendo apenas un muchacho, perdió a su esposa en el parto del que habría de ser su primogénito, que también murió. La rabia al ver perdidos de golpe a su esposa y a su hijo sólo pudo ser canalizada mediante los apagados acordes y los lamentos del blues. Su escasa calidad instrumental en aquella época no parecía importar a quien le escuchaba en aquellos sórdidos garitos en las orillas del Mississippi. Nadie supo tampoco lo que ocurrió entre 1931 y 1933 cuando se le tragó la tierra, para reaparecer convertido en el mayor virtuoso de la época. Ahí comenzó la leyenda. Las malas lenguas no tardaron en hacer su aparición y se comenzó a afirmar que había hecho un plan con el mismísimo diablo, en un cruce de caminos, a cambio de un don sobrenatural en el dominio de la guitarra y el ritmo para tocar blues. Para colmo, su mítica, vieja y desvencijada guitarra Gibson era la misma que cuando todavía no la dominaba, y nunca quiso desembarazarse de ella, era su “arma diabólica”. Su errático comportamiento también favorecía estos rumores, cuando tras acabar las actuaciones se levantabas silencioso antes de dar pie al aplauso, y desaparecía del escenario por la puerta trasera, como un fantasma. Si a todo ello le sumamos los textos de sus canciones, con claras referencias ocultistas y a pactos con el maligno, el sexo, el vagabundeo y la mala vida, cantadas con esa voz casi fantasmal, no es extraño que todo ello diera pie a rumores de que su muerte fue la deuda que el mismísimo diablo se cobró. Un pacto es un pacto Robert, y los pactos están para cumplirlos.

Fue uno de los guitarristas más influyentes de la historia de la música popular, una auténtica leyenda. Pero no un virtuoso en el concepto que de ellos tenemos hoy en día, sino virtuoso en el concepto de que revolucionó la forma de manejar ese instrumento para los cánones de la época. Su legado: 29 canciones, dos fotografías, un certificado de nacimiento (posiblemente erróneo en la fecha), dos certificados de matrimonio (cada uno de ellos con una fecha de nacimiento distinta), y un certificado de defunción. Pasó por éste mundo como un flash: llegó, vivió deprisa, y se marchó.

Un día Keith Richards escuchó un disco que Brian Jones le puso en su casa: “¿Quién es ése?” “Robert Johnson” “Vale, pero… ¿Quién es el otro tipo que toca con él?”. No podía creer que fuese una sola guitarra. Quizás quien tocaba con él era aquel tipo con el que Robert se reunió aquella noche en un cruce de caminos……



viernes, 3 de septiembre de 2010

Basement Birds "Música para un atardecer"


Si te puedes permitir el lujo de vivir de lo que te gusta y además tienes el tiempo suficiente para congeniar y compartir ideas e inquietudes con tus compañeros músicos de profesión, al igual que tú; añadiendo a esto que vives en las antípodas del planeta, respecto del que aquí suscribe, es probable que seas uno de los integrantes de este genial grupo de amigos hermanados por la música, que responde al nombre de Basement Birds.
La banda es un compendio de compositores que, amén de sus carreras en solitario, excepción hecha con Kavyen Temperley, que canta y toca el bajo en la banda Eskimo Joe. Han decidido unir sus talentos y su amor por el sonido americano más alternativo del Country, del americana y el juego de armonías vocales al más puro estilo Crosby, Stills & Nash, para crear un fantástico disco de titulo homónimo al de la banda en el cual se dirigen plácidamente hacia sonidos campestres, canciones que no tienen, ni necesitan ninguna prisa por llegar a ningún territorio de la M T V o las listas de los más vendidos.
Los trece temas que componen este álbum son compuestos e interpretados, amén del ya mencionado Kavyen Temperley, por Steve Parkin, Josh Pyke y Kevin Mitchell. Este último tambien conocido por Bob Evans, tal vez, el artista más conocido del cuarteto, al menos para mí.
Los Pájaros del Sótano nos muestran una manera de ver el día a día de cualquiera sin ninguna necesidad de cronometraje u obsesión. Son sólo cuatro músicos disfrutando de lo que les gusta hacer. Sin mira ni concesión alguna a la comercialidad, semejan a un grupo de amigos sentados en el porche desvencijado de esos ranchos resecos y polvorientos de las grandes llanuras australianas donde ni el viento ni la lluvia, ni el sol ni las estrellas tienen prisa alguna. Sólo un amanecer y muchas cervezas o un atardecer y muchas cervezas, cuatro guitarras, alguna harmónica y ganas de sentirse vivo.

Basement Birds - Waiting For You

Basement Birds - Bus Stop


miércoles, 1 de septiembre de 2010

Tom Jones "El Alma Cruda"


El anciano se sienta en un cómodo butacón situado cerca de la impresionante mesa de mezclas del estudio de grabación. Aún se maravilla de lo rápida y vertiginosamente que ha evolucionado la tecnología. Los estudios de grabación, cuando él empezó, eran dos habitaciones con un cristal, muchas veces sucio y ajado, y varios botoncitos y potenciómetros. Ahora, ahora la máquina capta hasta la inspiración que produce el alma segundos antes de que te arranques a cantar. Quien hubiera dicho que iba a llegar hasta aquí. Quien hubiera apostado por el viejo, cantando estas canciones, de la manera que lo está haciendo.
El, que siempre ha portado el estigma de lo camp, de lo hortera, de lo casi ridículo. Y, que no pocas veces, ha hecho gala de ese mismo estigma recibiendo los aplausos de las personas más apolilladas y caducas de Las Vegas o cualquier antro de características similares a lo largo del mundo. Eran aplausos de todos modos. Era pasta para el bolsillo. Y podía cantar; que es lo único que importa. Donde, ante quien, incluso qué canciones…¿Qué queréis que os diga? Es mejor que las interminables horas en las minas, allá, en su Gales natal. Soportando el gélido aroma de una muerte por derrumbe, o los músculos y huesos casi licuados por el esfuerzo. O las horas interminables en un claroscuro desolador donde todos los hombres parecían formar parte de un único pero cambiante cuadro de Caravaggio.
Más de cincuenta años haciendo y viviendo de lo que más me gusta hacer. ¿Se me puede reprochar algo? Y luego está este regalo del cielo que es Ethan Jones, que me pide producir mi próximo disco e interpretar esas canciones que a mí, de verdad, más me gustan y cantar de una manera opuesta a todo lo que hasta ahora he estado haciendo. Cantar desde el corazón de mi propia alma, si esto puede existir. Y si, de hecho, puede darse en mí. El chico cree que si. Dice que todo en mi voz es Soul y Blues y Gospel. Que, a pesar de ser galés, tenga el alma enroscada con el delta del Missisippi. Que tras las camisas de chorreras, los cuellos kilométricos, las chavalitas de ajustados mini- vestidos y toda esa parafernalia de sonido conservador y marcha loca para los jubilados y los horteras de discoteca, existe una voz mesurada, profunda y oscura como un pozo de sentimientos; oculto y lleno de frescura que puede alimentar y saciar esas quebradizas briznas que, muchas veces, son las almas de las personas.
Ethan me pide que me olvide de los críticos que terminaran comparando mi disco: “Praise & Blame” con los “American Recordings” del gran Johnny Cash. ¿Qué coño saben ellos de música?, que me olvide de querer contentar a nadie más que a mi mismo. Que me olvide de ser Tom Jones, para que el Tom Jones que ha aguardado pacientemente en el fondo del corazón salga a la superficie y haga lo que mejor sabe hacer. Cantar. Y cantar eso que me ha gustado desde siempre. Canciones de John Lee Hooker como “Burnig Hell”, de Bob Dylan con “What good am i” o Rosetta Tharpe y su fantástica “Strange Things happen everyday”.
Tengo setenta años, llevo vendidos cien millones de discos desde 1965. Nací pobre, proletario, fui minero y un joven desesperanzado hasta que empecé a cantar. He sido ridículo y sublime. Patético y visceral. Cachondo e insustancial. Y ahora…
Ahora soy un hombre que canta. Porque es lo que mejor se hacer.
Y lo hago cojonudamente bien.

Tom Jones - Lord Help The Poor & Needy

Tom Jones - Burning Hell